La inmensa mayoría de españoles de a pié que trabajamos duro cada día para poder ahorrar un jornal con el que poder comprar en el futuro una vivienda.
Estamos expuestos a múltiples riesgos que, en ocasiones, no intuimos o, simplemente, carecemos de experiencia y nos sobra ilusión, para ver la mejor manera de afrontar la adquisición de una propiedad.
Según la tendencia actual, la compra de viviendas sobre plano está remontando su acusado descalabro durante los años de crisis, en parte por las ventajas económicas que supone para el comprador, ya que resultan entre un 15 y un 20% más baratas.
El promotor de la obra prefiere vender a menor precio para hacer viable el proyecto, además el comprador puede beneficiarse de ventajas fiscales y tendrá la posibilidad de no desembolsar un capital inicial alto; entrada, IVA, gastos…
También es una ventaja que la parte compradora pueda alargar el plazo de pago durante el tiempo que dura la construcción.
Sin embargo, no todo es color de rosa, pues, en ocasiones se nos presentan muchos problemas que pueden dar al traste con nuestras expectativas.
Y es que no vamos a poder supervisar ninguna de las fases de la construcción, y tampoco va a ser nada fácil realizar un análisis de planos o calidades que nos lleve a prever el resultado final.
Nos encontraremos con una construcción cuyos acabados y terminaciones quizás no sean por los que en un principio hemos pagado.
De todos modos, sería ésta una cuestión nimia en comparación con otras situaciones que pueden darse, como la quiebra de la constructora, la paralización de la obra, o la prolongada falta de cédula de habitabilidad.
Circunstancias que harán que tengamos un verdadero y permanente dolor de cabeza mientras la constructora cuenta con el capital inicial que ya hemos desembolsado, un capital que estará en el aire si no hemos tomado las debidas precauciones.
Si las cosas se hacen bien desde un principio, acabarán bien para nosotros.
Por eso, no debemos caer en la tentación de ilusionarnos en exceso con nuestra nueva casa, ni confiar ciegamente en las bonitas palabras y los cantos de sirena de vendedores y promotores.
Cuando hagamos algún movimiento con nuestro dinero, tenemos que dejarlo todo bien atado para evitar sorpresas.
¿Queremos comprar una vivienda sobre plano?
Bien, lo podemos hacer.
¿Queremos aportar nuestros ahorros como parte de pago?
También lo podemos hacer.
¿De qué manera?
A continuación vamos a intentar explicar de qué formas puedes hacerlo para tener las debidas garantías para ti.
Hay dos formas posibles. De hecho la ley obliga a la constructora, aunque a veces eso se incumpla sistemáticamente:
Aval bancario o Seguro de caución (Ley 57/68, de 27 Julio; y LOE)
1.- A través de un aval bancario.
Es decir, la constructora nos presenta un aval bancario debidamente formalizado por la cantidad de dinero que vamos a entregarle a cuenta de la vivienda que queremos adquirir.
De esta forma, si la constructora incumple, las casas no se llegan a construir o no se terminan, podremos presentar el aval en el banco para que nos devuelva el dinero.
2.- Mediante una póliza de caución.
Este tipo de seguro garantiza a los compradores las cantidades entregadas a cuenta. Debe formalizarlo y pagarlo la constructora.
Exige siempre estas garantías si vas a hacer pagos a cuenta. Y si no lo aceptan, denuncia, las constructoras están obligadas por ley.